Otra Colombia, Otro Mundo, Otro Camino. Desde Abajo y a la Izquierda.

“La guerra es la continuación de la economía por otros medios”. Roque Dalton.



¿Cuanta argumentación seria necesaria para desvirtuar el actual sistema capitalista?

¿Cuánto tiempo tomaría cambiar el rumbo del mundo?

¿Cuál es la posibilidad real de un triunfo democrático en Colombia de una fuerza de unidad popular?

¿Qué tanta gobernabilidad tendría un gobierno izquierdista en Colombia, y que cambio lograría en la dependencia económica con las políticas macroeconómicas del Banco Mundial, la OMC, etc.?

¿Cuántos hermanos indígenas y afrodescendientes tendrán que morir antes de frenar el avance nefasto de los grandes “proyectos de desarrollo”?

¿Cuántos hermanos y hermanas tendrán que seguir sufriendo las consecuencias de este sistema capitalista?



Tal vez sean innecesarias las preguntas, e impredecibles las respuestas, pero la convicción de todos los hombres y mujeres que un día decidimos comenzar a visibilizar el mundo de una manera diferente, tal vez por experiencias personales o por comprender las realidades de otros y otras, crea la necesidad absoluta de generar un cambio en el rumbo del mundo. Es totalmente comprobable el hecho de que es la acumulación de recursos (Capital, tierra, materias primas, medios de producción, etc) la que forja, como consecuencia lógica, la deficiencia. Como en un juego de monopolio, se terminara cuando no existan suficientes miembros en el mercado para soportar la producción industrial, pero el sistema es tan dinámico que usa la destrucción para reconstruir, la guerra como otra forma de economía, un claro ejemplo de ello es la licitación y adjudicación para la reconstrucción de los centros urbanos en Irak para empresas Norteamericanas e Inglesas, o que los mayores productores de armamento en el mundo son empresas asociadas a altos cargos directivos del gobierno Norteamericano, principales promotores de conflictos bélicos en todo la tierra. En Colombia la ilegalidad armada marcha al mismo ritmo que la elaboración de leyes que justifican su accionar, el despojo de tierras se complementa con el Estatuto de Desarrollo Rural, la privatización de la salud al ritmo de la Ley 100, el TLC con la invasión de los mercados nacionales y la quiebra de los pequeños productores, la perdida de la propiedad del Estado de los recursos naturales para las transnacionales con la instalación de bases norteamericanas, la lucha por educación se contrapone con la manipulación, la ignorancia y el engaño, la protesta con la represión. Todos estos factores no son aislados, y por el contrario se direccionan en un mismo camino, grandes intereses económicos y de poder contra la lucha diaria por sobrevivir y resistir ese proceso modernizante que nunca pidió pero del cual no puede escapar. Toda persona que ingresa a esta sociedad moderna, choca de frente con el flujo del dinero, condiciona su existencia al comportamiento de una materia inerte, se hace obligatoriamente, una pieza más en el mercado global. Pero en este contexto, el pensamiento diferente no tiene lugar, la posibilidad de vivir de otra forma es lejana.

No existen posiciones políticas encontradas, esta la izquierda real, la que no se vende y lucha por la igualdad, con la única justificación de hermandad y solidaridad entre humanos y entre nosotros con la naturaleza que nos sostiene, y la posición de ambición de minorías, que disfraza su accionar con planteamientos supuestamente políticos, pero que tienen como único objetivo el bien personal sobre el bien común.

Si nuestro proyecto es construir un nuevo mundo, es totalmente necesario comprender que el cambio empieza en nuestro pensamiento, en nuestra concepción y que el verdadero revolucionario no lucha por euforias momentáneas ni disfraza sus intereses personales en luchas populares.

Compañeros y compañeras, avancemos en un mismo camino, para que al final, cuando el capitalismo no sea el impedimento, todos seamos libres de decidir que camino construir.



Otra Colombia, Otro Mundo, Otro Camino. Desde Abajo y a la Izquierda.